El bulbo de esta planta se siembra a finales del invierno para que florezca a finales de primavera y durante gran parte del verano. Funciona plantándola a poca distancia de la superficie, de forma que la cabeza del bulbo quede a unos 5 cm de la superficie del terreno.Como la mayoría de las bulbosas, necesita un sustrato bien regado (fresco y húmedo) pero a su vez bien drenado, ya que los encharcamientos darían lugar a la putrefacción del bulbo, con la consecuente muerte de la planta.
Se desarrolla mejor al sol, pero intentando proteger el sustrato de los rayos directos. También se puede plantar en semi sombra, pero cuidando que sea en un lugar donde reciba mucha luz.
Plantadas en maceta pueden llegar a alcanzar más de 60 cm de altura, por tanto, dependiendo de la rigidez de su tallo habrá que acompañarla de un tutor de que facilita las labores de cultivo. Pueden plantarse en recipientes relativamente pequeños, pero del tamaño suficiente para que su sistema radicular se desarrolle adecuadamente.
Los colores más frecuentes son blancos, rosados, naranjas y amarillos, de diferentes tonos y, en algunos híbridos, combinados.
Una vez se marchiten sus flores, seguimos regando como habitualmente
hasta que se acabe de marchitar por completo por sí sola, y una vez
llegado este punto cortamos el tallo. A continuación podemos reservar
la maceta en lugar protegido para esperar nueva floración al año
siguiente, o bien, sacar los bulbos y guardarlos en un lugar fresco y
seco (por ejemplo una caja de cartón con tiras de papel).
Estas flores pueden padecer clorosis férrica manifestándose por amarilleo de las hojas, que se pueden corregir.
También, en ocasiones puede darse el caso de hongos, mayoritariamente causados por el mal drenaje del recipiente que las contiene.
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